Cuidar adecuadamente una vajilla es tan esencial como importante para mejorar y prolongar su vida útil.
Te dejamos la mejor guía para darle el mejor cuidado a tus vajillas.
- Evita los abrasivos. Los productos de limpieza pueden llegar a ser sumamente corrosivos para tu vajilla, por lo que pueden dañar el tipo de material y volverse frágiles. El detergente en polvo puede resultar abrasivo para algunas piezas, sobre todo si son antiguas o ya están un poco desgastadas.
- Coloca tu vajilla en un lugar seguro. Procura siempre guardarla en su lugar después de lavarla, como sugerencia puede ser en un lugar con puertas cerradas y donde se evite algún accidente.
- Si tu vajilla tiene restos de comida, ponla a remojar en agua con jabón por unos minutos, así facilitaras el lavado
- Frota la loza con una esponja suave para no dañar su esmalte, en agua tibia y con detergente líquido.
- Enjuaga con agua fría y deja escurrir hasta secar. Puedes acelerar el secado pasando un trapo suave de microfibra, para no soltar pelusa.
- Si tienes lavavajillas, utiliza poco detergente y el ciclo de lavado adecuado.
- Al terminar el ciclo del lavavajillas, abre la puerta para que salga el vapor y deja secar los platos al aire.
Si manejas un negocio ten en cuenta estas consideraciones:
- Busca materiales resistentes y de buena calidad. Algunas piezas podrán ser más frágiles que otras, por eso, el uso que le des deberá ser el adecuado a la resistencia de tu utilería. Si es para uso rudo, elige materiales que aguanten mucho movimiento y si son materiales frágiles, únicamente para ocasiones especiales.
- Capacita adecuadamente a tu personal. Tener empleados ágiles es una gran ventaja, sin embargo, en algún momento podría ocurrir algún accidente. Cuando se rompen piezas de utilería, sobra decir que representa una pérdida y éstas se tendrán que reponer, por eso, tu gente tendrá que tener el debido cuidado para evitar ese tipo de situaciones.
- Recuerda, la primera impresión es la que cuenta; a nadie se le antoja degustar sus alimentos en un lugar sucio, mal iluminado o con unas lozas feas, desgastada o despostillada. Causa una buena impresión y tus clientes se encargarán del resto.